viernes, 22 de abril de 2016

SOBRE COSTA SALGUERO, SÚPERMAN Y LA FAMILIA

La semana pasada hubo una “fiesta electrónica” en uno de los paballones de Costa Salguero, en la Costanera de Buenos Aires, ahí donde hace cuarenta o más años, los que no eramos tan despiertos y tecnificados como lo jóvenes de hoy, apenas íbamos con una chica a caminar junto al río con la esperanza, como extremo de nuestra adrenalina, de robarle un beso.
Pero ahora es distinto.
No me hace falta detallar el nombre de la ¿fiesta?, ni los nombres de los “reconocidos” DJ que hacen música mezclando la música de verdaderos músicos con aparatos sofisticados. Esos "reconocidos” DJ no son populares, son reconocidos, nada más. Populares son los “Stones”, dejen de mentir.
Esta fiesta se prepara, por lo visto, alquilando un galpón grande o un predio abierto, poniendo un escenario, luces, una jaula que vende agua y alguna bebida alcohólica energizante (la estupidez de moda) y champagne ordinario.
Ni el agua es buena, porque no es mineral sino filtrada.
Nadie controla; Rodríguez Larreta reza junto a su familia; "adornan" a prefectura; los empresarios son delincuentes defendidos enfáticamente por abogados como Burlando (el nombre justo), así sigue todo.
Claro que no todos los jóvenes (chicos no es la palabra porque si había chicos eran menores y está prohibido), se drogan o necesitan esas pastillas “de diseño” que se usan ahora para que aquellos que no tienen vida la tengan.
¿Porqué no tienen vida?, no se, tal vez porque es más fácil “estar en nada” que trabajar, estudiar, leer, ver películas, tocar un instrumento o simplemente llevar una chica a caminar por la Costanera.
He escuchado por radio y televisión, a insignes imbéciles hablando de “no estigmatizar”, palabra que impuso el kirchnerismo para no contar pobres o salvar a minorías delictivas de la acusación de las mayorías. Aunque no les guste; la droga en pastillas “de diseño” entró con las fiestas electrónicas.
Como soy viejo, voy a contarles que nunca me emborraché de joven porque no me parecía necesario ni quería ser una piltrafa delante de los demás. Tampoco tenía porqué, y tomaba algún trago por gusto, hasta que me daba cuenta que me dolía la cabeza. Ese era mi límite creía yo, pero me di cuenta que el límite era la información que traía de mi casa. No era yo quién para defraudar mi educación. Y no me vengan conque hay chicos pobres cuyos padres no están presentes o abandonaron a su madre embarazada, porque no creo que hubiese muchos en aquel galpón, ya que la entrada costaba $800 y llegar hasta allí, tomar algo y comprarse algunas pastillas de "Súperman" casi otro tanto.
Claro que no todos los padres le dan a los hijos, datos que los ayuden. Conozco padres, profesionales, de matrimonios consolidados, que como gracia recuerdan donde han viajado por los “pedos” que se agarraron. No es buen dato para un hijo a la hora de decidir seguir tomando después del dolor de cabeza…
No hay que abandonar la educación de nuestros hijos nunca, y no es cuestión de decir “no me escuchan”, porque como sabemos, son esponjas; basta que nos vean actuar, y si no robamos, no los encontraremos en un video contando plata robada. Y si no bebemos hasta andar diciendo pavadas, difícilmente los tengamos que ir a buscar borrachos. Y si nos escuchan despotricar contra lo que está mal, se molestarán en el momento, pero lo considerarán alguna vez, y será otro dato para no caer muertos en una fiesta electrónica.

Yo no planteo “hablen con sus hijos de la droga, del sexo, etc.”, planteo que en los momentos que estén con ellos, tengan una buena convivencia, y al contrario de lo que dicen muchos, que haya un lugar donde se reúnan para ver televisión aunque más no sea un rato, porque aunque lo querramos negar, por allí pasan todos los temas, y es el momento donde nos podemos expresar y opinar para que cada uno sepa lo que piensa el otro. Y si ya sus hijos no viven con usted, una llamada o un mensajito por día, será suficiente para que sepa que antes de hacer una macana, piense en el legado de los padres. Algunos “vivos” lo llaman “castración”. Que digan lo que quieran, prefiero ocuparme de mis hijos.

martes, 12 de abril de 2016

ESTÁ DECIDIDO,SOLO AQUÍ ESCRIBIRÉ SOBRE LA POLÍTICA Y LA ACTUALIDAD

Por Raúl Oscar Finucci

Ayer una amigo músico, chamarritero, veterinario y joven y entrerriano, me decía a través de mensajes privados de Twitter,  que no me enoje tanto que me haría mal, y yo le respondí que si no me enojaba, me iba a sentir mal. Es que hace varios días que no paro de escribir lo que me enferma de la actualidad política y de quienes participaron del gobierno anterior y sobre cosas que no comprendo cómo se pueden negar.
Mi amigo, creo sin equivocarme, que adhiere al pasado gobierno, o a alguna de sus políticas.
Hubo veces en que  hemos cruzado algún tuit y le pedí que no lo hiciera, porque no me gusta enfrentarme con mis amigos a través de esa red.
Le hice notar, incluso, que cuando un amigo pone algo que está en las antípodas de mi pensamiento, no me meto, lo dejo pasar. Él no es el único, me pasó con otras personas, incluso con quienes no conozco personalmente pero con las que se ha entablado una relación a través de los famosos 140 caracteres.
Anoche estaba yo muy enojado con lo que veía y escuchaba. Mi amigo después de cruzar comentarios sobre cuestiones políticas, me dice que están muy contentos con su esposa, porque después de muchos años de buscar un hijo, ella está embarazada. Me alegré muchísimo y enseguida se lo dije a mi mujer quien también se puso feliz.

Click…

Anoche cuando me acosté, revisé los tuit, pero no escribí nada, ya no quería contestar ni maldecir, ni enojarme por los delincuentes ni por nadie.
Esta mañana he tomado la decisión de no intervenir más en Twitter por cuestiones políticas, ni siquiera sé si haré un comentario futbolístico. Me ocuparé de lo mío; la tradición, la historia, la música, en fin, la cultura nacional y la información acerca de esa temática.
Iván me había dicho en un tuit que prefería leerme cuando escribo sobre tradición, porque le gusta aprender de lo que transmito, y yo pensé que me lo decía porque no le gustaba mi opinión política una vez más. Pero no era eso…
No es que a mis 60 esté sensiblero, pero ese click me ayudó. Y no es que no haya tenido momentos terribles en mi vida, porque me salvé de un cáncer y perdí varios seres queridos, pero parece que esta vez tenía que entender, a través de la noticia de mi amigo, que alguna vez hay que parar, y esta vez no se trataba de aflojar el estrés de trabajo. Era darle lugar a cada cosa.
No publicaré más comentarios  políticos en Twitter. A los que me siguen por eso les pido que sigan acompañándome porque nuestra cultura criolla  merece ser conocida y divulgada.
Si deseo comentar algo político, lo haré más seguido en este Deshipócrita, porque como sabrán, no lo hago tampoco en mi Facebook, ya que lo reservo solo para los temas referidos anteriormente.
Celebro el embarazo de la esposa de Iván y el que se haya comunicado anoche.

Celebro mi decisión.

martes, 8 de marzo de 2016

SEPAN PORQUE

Por Raúl Oscar Finucci

Han pasado casi tres meses desde que Mauricio Macri asumió como Presidente de la República. Tres meses signados por la necesidad de recomponer la situación económica y la vocación golpista del kirchnerismo, que aún débil, es ejercida por pobres personajes de cuarta categoría, que llevan de a cuarenta personas a una plaza a hablar mal de todos menos de ellos, ni siquiera de sus traidores compañeros de otrora.
Cuando hablamos de la “arreglar la situación económica”, la gente, por lo común, tiende a internalizar que se trata de mejorar la economía de cada uno de nosotros, no sé si por la vía de ganar más dinero, sino de que éste alcance “hasta que las cosas mejoren” . Y ahí está el punto, porque sabe ud. querido lector, que las cosas van a mejorar, cuando el gobierno pueda solucionar la situación económica, que no es la nuestra, la del ciudadano, sino la de la Nación.
Si no se mueven los empresarios, el campo y aparece dinero en el tesoro vía préstamos internacionales, no habrá obras, no habrá subsidios ni préstamos personales. Por eso, aunque suene feo y nos sintamos postergados unos meses más, tenemos que esperar que se solucione la situación económica de los que generan trabajo y dejar de atacarlos, porque los multimillonarios pueden bajar sus persianas e irse a vivir a Ibiza o París, pero nosotros necesitamos que les vaya bién, para que generen más y más trabajo. Y no se trata de “beneficiar a los grupos concentrados” como dice la cantinela de los muchachos izquierdistas del IPhone y las vacaciones en Miami; se trata de la realidad. El campo debe ser beneficiado, porque así exporta y se beneficia el país, donde casualmente estamos todos.
Yo no he votado a Macri como voté al Dr. Raúl Ricardo Alfonsín en el 83, cuando necesitábamos ordenar las instituciones, salir de la noche negra de la dictadura y recuperar el espíritu democrático, cosa que el peronismo, en ese momento, tampoco podía garantizar.
Voté a Macri para que se termine el kirchnerismo, para que gobierne gente normal, parecida a uno, que no grite ni estupidice a los jóvenes con consignas perimidas en el mundo, y en el interior de cada uno de nosotros. No voté a Macri porque me deslumbrara su oratoria o sus conceptos políticos, no. Sabía que era un gerente, pero lo necesitaba, y después de todo ¿porqué no probar con gente que gestiona?. Los políticos que se fueron el 10 de diciembre se robaron miles de millones y dejaron el país sin un peso y peleado con los vecinos y los países centrales.
No voté a Macri porque pensé en Frondizi, como querían hacernos creer, lo voté porque quiero ver presos a todos los que nos robaron, incluso a la ex presidente y su familia, porque tengo la idea (siempre la tuve) que un hijo de un político corrupto, si es mayor de 18 años, puede comprender que el mundo de riqueza en que vive se formó con plata de la gente, de los padres de sus compañeros de facultad; con la plata del que está al lado suyo en la cancha o de esa persona a la que están bajando de una ambulancia en un hospital sin insumos, como quedaron muchos de  los de las provincias de nuestro país, especialmente de la de Buenos Aires.
Si puede comprender eso, debe ir preso también, de otra manera, ya mayor debió irse a vivir con dignidad y de su trabajo en otro lado.
Y así resumo lo que pienso de nuestro presente. Básicamente, como creo que mejor se entiende.
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lunes, 22 de febrero de 2016

YO SI LEÍ "MEIN KAMPF"

Se está poniendo complicado en nuestro país, y como veremos, en otras partes del mundo, hablar de temas políticos sensibles ya que mucha gente cree que hay que borrarlos del mapa. Borrar la historia, y no parece ser lo más razonable. Este artículo del talentoso Pérez Reverte, apareció en el Diario El País de Madrid.

Por Arturo Pérez Reverte

El otro día me ocurrió algo curioso. O no tan curioso, si consideramos el paisaje actual y el que viene de camino: la estupidez y su gran aliada, la ignorancia. Estaba el aquí firmante asomado a las redes sociales, uno de esos domingos en que me dejo caer un rato por el bar de Lola, cuando di con una polémica sobre la publicación, ahora que han caducado los derechos de autor, de una nueva edición completa y revisada de Mein Kampf, o sea, Mi lucha, el libro escrito en 1924 por Adolf Hitler; una exacta y casi completa exposición de lo que poco más tarde iba a ser su obra política: un Estado alemán siniestro, totalitario, antiparlamentario, racista, antisemita, imperialista y criminal. Fue interesante echarle un vistazo a lo de internet. La mayor parte de los que debatían, por no decir todos, sostenía que el libro era impublicable, que sus ejemplares deben ser destruidos, y que esas páginas infames deben olvidarse para siempre. Me acordé entonces de una conversación que mantuve con el periodista, escritor y entrañable amigo Jacinto Antón hace cuatro años en una facultad de Periodismo de Barcelona; cuando, interrogado por algunos alumnos sobre si debe cerrarse la boca a los malvados, yo sostuve lo contrario. Hitler, Mussolini, Franco, sentados aquí donde estamos, dije, serían interesantísimos de escuchar. ¿Cómo ibas a ser tan idiota para decirles: "Franco, Hitler, Stalin, callaos, cerrad la boca"? Al contrario. En un lugar como este, donde se supone hay gente con la debida formación intelectual, atender lo que un canalla o un criminal tienen que decir, conocer sus ideas, es de lo más valioso. ¿Imagináis -les dije- lo interesante que sería, por ejemplo, Franco contando de primera mano cómo durante cuarenta años logró tener a España agarrada por el pescuezo? ¿Que relatase cómo ganó la guerra, o firmó sentencias de muerte? ¿De verdad os perderíais al Himmler que realizó técnicamente el Holocausto o al Pol Pot de las matanzas masivas en Camboya? ¿Cerraríais la boca de Mao o Stalin si los tuvieseis enfrente, sin hacerles preguntas para indagar en sus cabezas, en sus ideas, en sus motivos? ¿Ibais a rechazar la formidable ocasión de conocer los mecanismos del horror, la maldad, el crimen, el lado más sucio y terrible de la condición humana? Volviendo a Mein Kampf, debo decir que durante veintiún años fui reportero en lugares difíciles. Y para hacer mi trabajo, para llegar donde debía llegar y narrar las tragedias y el horror que presenciaba, tuve que hacer muchas cosas poco ortodoxas. Mentí, soborné, transgredí leyes de todos los países en todos los idiomas posibles, me relacioné con gente infecta, con asesinos, con narcotraficantes. No podía decirle a un tipo: "Como usted es un torturador y un criminal no le doy la mano", porque entonces ese fulano me mataba, o me daba un culatazo, o se negaba a hablar conmigo; y yo me quedaba sin saber lo que necesitaba saber, o ver lo que precisaba ver. Sin el testimonio directo del mal. Sin el conocimiento de la condición humana, tan necesario para comprender las cosas que ocurren; conocimiento con el que entonces hacía reportajes y hoy escribo novelas. Por eso recuerdo muy bien cómo acabé aquella charla ante los jóvenes en Barcelona: "Después os lo cargáis, si podéis; pero antes escuchadlo, porque hasta la lección que puede daros el más perverso del mundo puede ser oro puro". Por eso lo de Hitler es bueno que se publique. Creo. Y es útil leerlo. Eso sí, hace falta cultura. Ser lector inteligente. Ciudadano lúcido y responsable. Saber lo que estás leyendo y no tragar basura a palo seco. Para eso están los prólogos y las notas a pie de página; y está, como digo, la necesaria formación intelectual previa del que lee o escucha. Pero no está de más, en este caso, saber cómo era la cabeza del criminal que sedujo a una nación entera -y no sólo a ella- encarnando sus complejos, rencores y ambiciones. Mein Kampf fue la biblia del III Reich, la que se regalaba a los recién casados y se leía en las escuelas. Y adorando a quien escribió ese libro, millones de personas levantaron el brazo y lloraron emocionados cuando pasaba su querido Führer con su corte de gángsteres y asesinos. Algo que ahora se niega, pues resulta que todos los alemanes eran antinazis; aunque por suerte están las fotos y los documentales para recordarlo. Ahora dicen allí que Mein Kampf era el libro que todos tenían pero que nadie leía. Y a lo mejor ese fue el problema. Si lo hubieran leído, si hubieran sabido qué enorme hijo de puta los conducía camino de la Gran Alemania que todos soñaban, las cosas habrían ocurrido de otra manera.

domingo, 7 de febrero de 2016

NI CIEGO NI CÓMPLICE

Este artículo fue publicado en el diario La Voz de Bragado el sábado 6 de febrero Como muchos saben, hace casi seis años que hemos venido a vivir a Mechita con parte de mi familia. Disfrutamos de una tranquilidad imposible de conseguir en Buenos Aires y de las calles de tierra, que algunos se empeñan es asfaltar o ponerles cordones cuneta que no mantienen limpios, incluso la obra está sin terminar, cuando lo más necesario es, a mi juicio, hacer una dársena de cada lado en la entrada de la Ruta 5 y asfaltar las banquinas para evitar accidentes. No voy a dividir a mi pueblo adoptivo en dos, indicando quien hizo qué tontería, ya es suficiente con que, incluso para la mayoría de los habitantes, el Acceso José Hernández funcione como el Muro de Berlín, dividiendo las aguas, en la salud y la seguridad, como si el pueblo no fuese uno. Hace casi seis años, uno de mis hijos varones jugaba cotidianamente en la canchita de fútbol que está frente a la hermosa Sala de Primeros Auxilios (Quintana al fondo) casi inactiva por desidia de unos y ambición política de otros, en un pasado que espero sirva de lección para saber lo que no se debe hacer por capricho y lo que se debe hacer por la gente. Cuando los chicos jugaban, se escuchaban bromas, sobrenombres graciosos que el emisor explicaba a los gritos para que todos se rieran, e incluso, se aislaba a algún violento que llegaba desde otro lado, para que no haya peleas ni malos momentos. Yo no dejaba de destacar eso cuando hablaba con familiares y amigos de Buenos Aires. Hoy, crecidos esos chicos, más los que no sé de donde salen, no solo gritan guarangadas y hablan vulgarmente a los gritos, sino que de vez en cuando se arma una que otra pelea. Ya no es lo mismo. Y como la escalera del descenso no tiene barandas, la caída es libre. Hay, un par de chicos de 11 ó 12 años con rifles de aire comprimido que le tiran a todo, incluso a los perros, uno de los cuales fue enterrado hace unos días. Mi hija salió en bicicleta y un “balinazo”, con destino al cartel con el nombre de la calle, pegó en una chapa delante de ella. Si pasaba más rápido le pega. Estábamos en la pileta con mi esposa, mi hija y mi nieta y a metros del borde cayó un pedazo de espejo que algún vivo tiró. Espejo que formaba parte de la basura que un muy joven inquilino dejó fuera de la casa cuando se fue, porque como dormían hasta tarde, sin ocupación conocida, nunca sacaban la basura a tiempo para que la recoja el tractor, ninguna de las tres veces por semana que éstos recorren las calles. Hay chicos, de esos que menciono, que ni trabajan ni estudian, y están en edad de ir al colegio con cargo de obligación, pero “nada puedo hacer” me dijo un uniformado. Como nada pueden hacer con los que andan corriendo en moto con las luces apagadas, por el Acceso, con los cuales casi tengo un accidente al salir a pasar una camioneta. Se ríen, cuando uno les dice algo. Andan sin espejos y sin casco, que es lo que menos me preocupa, porque el casco es una decisión de cuidarse, pero lo espejos pueden evitar una accidente con terceros. Según supe, las autoridades anteriores decían que no había que pararlos ni correrlos ni nada. Siga…siga… para hablar futbolísticamente. ¿Y ahora? ¿Las actuales autoridades piensan lo mismo? Hay chicos de no más de diez años andando muy rápido. Los padres de esos chicos son igual de inconscientes que los que les compran un rifle y los dejan tirar dentro del pueblo, en las esquinas y a los autos. El mío tiene uno de esos “balinazos” en la trompa, pero claro, no vi cuando lo hicieron ¿cómo acusar? ¿a cuál de ellos? Un menor en una moto puede convertirse en asesino o víctima en cualquier momento, basta con que se le cruce una persona en bicicleta o que a él lo atropelle un auto. ¿Le importa a alguien? ¿a las autoridades? A los padres no, de lo contrario no lo permitirían. Yo sigo disfrutando del pueblo, pero no soy ni ciego ni cómplice.