jueves, 6 de enero de 2011

¿No hay? ¿qué hay?
Prendo la radio bien temprano, escucho como puedo, entre ojos cerrados, sordera momentánea y tara perenne: “No hay billetes en los cajeros automáticos”.
Me levanto tropezando, entro en el baño, abro la ducha, me baño rápido, me visto y salgo en busca de un billete.
Por suerte, después de casi una hora de peregrinaje, encuentro dinero. Me voy de raje a la estación de servicio, pero no hay nafta. ¿Cómo que no hay nafta?.
Vuelvo a casa, dejo el auto en la puerta porque los de Edenor, en mi ausencia rompieron la vereda y no lo puedo entrar.
Recurro al cuenquito salvador del comedor de diario, el de peltre, allí hay monedas, mala suerte, me voy en bondi.
Ni una moneda en el pinche cuenquito (como diría Cantinflas). No hay billetes, nos hay nafta, no hay monedas.
Un día, hace varios años, estaba yo haciendo cola para cargar nafta, no porque no había, sino porque se anunciaba un aumento y la gente que tenía el tanque casi lleno, igual hacía la cola para ahorrarse un peso, porque hay gente para todo.
En esa cola, no había quien no dijera que Alfonsín era un hijo de madre licenciosa, por no escribir la palabra “puta”, que es una guarangada, y realmente, puestos a analizar lo estético, ni siquiera lo es.
No hay billetes, no hay nafta, no hay monedas, los jubilados no cobran porque hay piqueteros en la puerta del Banco Central. La gente que trabaja para que el gobierno regale plata en planes sociales clientelistas, no puede llegar a su trabajo porque le cortan la calle, con lo cual el plan social que le dan al piquetero, al que le cortaron la calle le sale más caro porque no cobra el presentismo o porque tuvo que comprar remedios para los nervios. Va a al playa a gastarse los ahorros del año y los bañeros no lo dejan entrar.
Alfonsín hijo de puta.
Vas al hospital y te das cuenta que mejor es ir a un sanatorio, pero pagas dos veces ¿de eso te distes cuenta?, porque pagas el sanatorio y el hospital con los impuestos. Lo mismo pasa con el colegio privado, porque sacaste a tu hijo del colegio al que asistía porque si bien todo es entendible, allí se nivela para abajo, con la orden expresa de que nadie repite y que si un chico caga a trompadas a una maestra, la que se tiene que cambiar de colegio es la maestra. Por eso de la “exclusión”¿vió?. Porque ya no es como antes, que, por lo que yo he podido ver, un tipo cuando repetía, sufría el cambio de compañeros y los padres lo puteaban en arameo porque tenían que buscarle otro colegio, y eso operaba sobre la cabeza del “vaguito”, pero hoy no funciona así, hoy no funciona, directamente.
Alfonsín hijo de puta.
Con la democracia se cura, se come y se educa. Se rieron los “vivos” que tiene plata para ir al Dot Baires, pero que se cuiden, porque en la Argentina cíclica, cuando vuelva la malaria, otra vez se van a pintar de verde para pagar las cuotas de todas las boludeces que compraron con la tarjeta de crédito, esa que te manda a castigar si pretendés comprar con la plata en la mano, porque para los giles que pagan al contado, no hay descuentos ni contemplaciones.
“Alfonsín hijo de puta” gritaban todos en la cola de la nafta. Lo mismo que habrán pensado Videla, Massera, Agosti y toda la recua de asesinos que con unas bolas grandes como una catedral, Alfonsín mandó juzgar, en un hecho sin precedentes en la historia.
Ah!, hoy el diario dice que las farmacias amenazan con no hacer los descuentos de las carísimas prepagas.
¡Hay Alfonsín, Alfonsín…!